Septiembre 2012

8’5»
 
 
 

El agua presenta esa turbidez y ese pestazo a desinfectante que te hace dudar antes de tirarte de cabeza a lo municipal. Los niños del parvulario ocupan los carriles 1º y 8 , relegando a los adultos a la parte central de la piscina. El cloro y el calor te aplastan contra el suelo de lija y la goma de las gafas se te clava hasta lograr sacarte los ojos de las cuencas. Entras en fase médium para eliminar de tu cerebro los gritos de la chiquillería y como un flashback rememoras esa conversación al lanzarte contra ese mundo acuoso, ¡chopzzzzzzzz!

Ella que dice ” No tengo nada contra ti”, pronunciando marcadamente las sílabas de cada palabra. Extraña frase para poner fin a una amistad. Al otro lado del auricular solo estás tú y tu respiración entrecortada. La conexión falla y a partir de entonces un enorme abismo silencioso se abre entre vuestros dos mundos opuestos. Un incansable flujo de preguntas sin respuestas te invaden. Viscosamente dudas: “La desafección ¿nace o se hace? ¿Nos podemos transformar en extraños en un pestañeo?” Preguntas concéntricas y huecas. Solo percibes que la clave se halla en que los humanoides somos maestros del escapismo y de la contorsión en lucha contra el caos de nuestro cerebro y el de los demás. Todos iguales, todos diferentes, buscando el camino de la ¿felicidad o del yo? Subrepticiamente la culpa entra en escena y te flagelas con los residuos judeocristianoides que impregnan tu educación. Pero un buen día, la culpa vuela para no volver jamás.

Ahora ya no te interpelas, tan solo nadas y adelantas al modernillo que marca paquete al alcanzar el punto 8’5”. Cuando lo dejas atrás gritas entre dientes, “CARPE DIEM”, y miles de burbujas emergen a tu alrededor.


Foto: Elena Sosa Texto: Sonia Martí

Procrastinación
 
 
 
 
 

No encuentro el tiempo, dice siempre.

Y si lo encuentro…podría fracasar; piensa. Mientras no lo intente siempre será un sueño alcanzable. Un bonito refugio en medio de la tempestad.

Además, no sabe cómo empezar. No sabe tampoco cómo acabar con lo demás. No sabe ni siquiera dónde encontrar la energía para tan solo intentarlo.

De hecho, se dice una y otra vez que el ahora no es el mejor momento para intentarlo. Antes debe resolver un millar de irrelevantes asuntos urgentes pendientes…

¡A la mierda!, grita un día.

Un big bang estalla en su interior. El pincel será el caprichoso minutero de sus días. A su antojo desvirgará el maldito papel en blanco. La acuarela correrá y construirá nuevos espacios. Universos donde vivirá al fin, dueño de sí mismo.


Foto: Joana Daiana Molina Texto: Alex Nogués Otero

Cuadrículas
 
 
 
A María

Sin prisa. No tengo ninguna prisa y además ahora ando lenta. El bastón me ayuda y voy marcando con él cada uno de los cuadraditos del suelo que voy pisando. Son muchos, así uno tras otro bien colocaditos. Menos mal que hoy no hay balones, ni bicicletas, ni chicos revoltosos correteando. Despacio. Y es que casi no hay nadie conocido en los bancos, debe de ser por el día, quizás se ponga a llover, para entonces ya estaré en casa, cansada pero contenta de haber salido a tomar el aire. Ayer había más gente y unas niñas tenían tizas de colores y dibujaban alrededor de los cuadraditos del suelo para saltar a la pata coja sin pisar las rayas. Eso también lo hacíamos nosotras antes, con piedrecitas o con los restos de teja que encontrábamos. Me sobran cuadraditos, hoy ni mi sombra llena los que voy pisando así tan lenta, con tanta calma. Eso que mi sombra desde hace años también lleva la tuya para seguir el paseo a la par, sin prisa pero sin pausa.

Nunca consigo escribir en libretas sin hojas cuadriculadas. Demasiado vacío, se me caen las letras y la caligrafía se me pierde. El parque está demasiado vacío hoy también, ni hojas, ni voces, sólo pasos, bien lentos y perezosos. Ha pasado una señora mayor por delante de mi banco y me ha contagiado la lentitud. Se me ha ido la mirada a sus pasos. He sincronizado mi reloj con su milimétrico avance y creo que ella al mirarme me ha robado los colores de la camiseta para iluminar el resto de su paseo. Tengo mucha tarde por delante pero ella ya me saca ventaja, no camina sola y seguro que sabe convertir todos los adoquines del camino en cuadrículas para hojas en blanco.


Foto:M.V. Texto: AMA

Hilos amargos
 
 
 
 
 
 

Corría y no sabía hacia donde; todo era enredo. Sentía un caos dulce que hasta me agradaba, pensé que quizá quería quedarme ahí, entre telarañas bicolor, sin gafas para ver, sin puertas de salida. El mapa me mostraba el camino al revés y mi dolor de pecho me decía que no, que no era el camino marcado, mi camino.

Veía destellos a oscuras y continué caminando hacia mí, en busca de las llaves de mi vida.

Entonces se hizo la luz y el hilo metalizado brilló. Entonces ví la huella correcta y me encontré de nuevo.

A la salida, giré la mirada tome unas tijeras prestadas. Corté los trazados y esbocé nuevas rutas. Quizá complejas también, quien sabe, pero libres.


Foto: Noël Sánchez Rius Texto: Olatz Baraka

Esperando línea
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Disfrutando de las líneas de luz de alta velocidad mientras paseaba por las sucias autopistas del espacio sideral, mi nave se quedó repentinamente sin energía. Solo pude pestañear para retener esta última imagen antes de desintegrarme para siempre en alguno de los múltiple pozos sin luzzzzzzzzzzzzzzzzzz…


Foto: Noël Sánchez Rius Texto: Fernando Rodríguez

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